martes, 10 de septiembre de 2013

En el XXV aniversario de la pascua de taita Proaño (1910-1988)

El pasado sábado 31 de agosto tuve la oportunidad de asistir a una misa celebrada en la catedral de Riobamba en recuerdo del vigésimo quinto aniversario de la resurrección de Monseñor Proaño. Con cumplido respeto y en homenaje, quisiera compartir con ustedes unas citas del propio obispo Proaño. Son pasajes extraídos de su autobiografía Creo en el hombre y en la comunidad [Quito (Corporación Editora Nacional) 2001] y que tienen que ver con mi afán: la teología. Los textos presentados hablan por sí solos...
La primera anotación me gustaría que fuera una realidad para toditxs de nosotrxs. Dice así:

"La gente sencilla tiene mucho que enseñarnos... más que definir a Dios lo experimentan en su vida diaria" (pág. 93).


El segundo apunte va dirigido a lxs teólogxs -aunque, entiendo, no únicamente:

"Se ha concebido la teología como una ciencia. Está bien. Que la teología sea una ciencia. Gracias a la teología elaborada como una ciencia podemos estudiar a Dios y decir que adquirimos muchos conocimientos acerca de Él. Conocimientos estructurados. Sistemáticos. Hasta profundos. Muchas veces complicados. Pero si la teología se reduce a esto, no contribuye mayormente a un cambio de la vida del hombre. Para que el hombre cambie, es necesario vivir la teología. En otras palabras, es necesario vivir el Evangelio. Es necesario experimentar a Cristo. Es necesario experimentar a Dios, a través de Cristo. Es necesario experimentar esta vivencia entre varios, entre los discípulos de Cristo, en el seno de lo que llamamos Iglesia en su sentido más concreto" (pág. 120).


Termino haciéndome eco de una nota del año 1969 que el propio taita Proaño recoge en la autobiografía citada. Se trata de un texto que, a mi entender, concreta el anterior. Leámoslo:

"Reflexionando en estos días, he alcanzado a ver que, conjugando el verbo amar de manera existencial y profunda, es cómo se va realizando la comunidad, la Comunidad-Iglesia que Dios quiere. Y he alcanzado a ver también cómo puede deteriorarse el designio comunitario de Dios, conjugando el mismo verbo amar, pero de otro modo.
En la conjugación de un verbo, explícita o tácitamente, entran todos los pronombres personales: yo-tú-él-nosotros-vosotros-ellos.
Es necesario valorar el contenido profundo de esa simple designación gramatical 'pronombres personales': yo, tú, él... están en lugar de auténticas personas" (pág. 121).


Con toda cordialidad, les deseo una feliz lectura y... ¿por qué no? meditación de estos textos. ¡Ah! y ojalá se animen a leer o releer esa autobiografía, aprovechando la oportunidad que nos brinda este 25º aniversario.
¡Saludos!